En el valle de Cabuérniga, a orillas del río Argoza, en plena Reserva Nacional del Saja, se encuentra Bárcena Mayor. Sus pintorescas callejuelas, sus casas montañesas, que preservan su carácter original, y la belleza del entorno natural que la rodea, hacen de esta aldea, en la que parece haberse detenido el tiempo, uno de los rincones más bellos y mejor conservados de Cantabria. Por todo ello, Bárcena Mayor fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en el año 1979.
A finales del pasado siglo, se restauró su caserío, se recuperó el empedrado de sus calles, se acondicionó un amplio aparcamiento exterior para los visitantes y se convirtió en peatonal todo el conjunto.
Su nombre, que atestigua su antiquísimo origen prerromano, significa “recodo llano y cultivable formado por un río”.
Situada entre montañas y en zona de tránsito entre el valle y la meseta, todavía quedan restos de la antigua calzada romana, aunque los primeros datos históricos se remontan a la Edad Media. Algunos autores sitúan su origen en el siglo IX, dependiendo del monasterio de Santa María de Yermo. Ya en el siglo XII, en época de Alfonso VIII, pasó a depender del monasterio burgalés de San Pedro de Cardeña. Durante el resto de la Edad Media, el lugar de Bárcena Mayor vivió inmerso en los avatares históricos del valle de Cabuérniga, en relación con la casa de la Vega.
Cerca de Bárcena Mayor debió pernoctar Carlos I en 1517, en su primer viaje a España, enfermo según las crónicas y pasando muy mala noche debido al frío y la lluvia.
Hasta mediados del siglo XVIII apenas existen noticias, pero el pueblo debió ir prosperando, tal y como indican los datos del Catastro de Ensenada, donde destacan las casi doscientas casas, su abundante ganadería y la artesanía de la madera.
Durante la segunda mitad del presente siglo el pueblo sufrió el habitual proceso de despoblación. En los últimos años, el auge del turismo rural ha propiciado el acondicionamiento del entorno y la progresiva restauración de las casas.
El caserío de Bárcena Mayor, concentrado y denso, tiene una estructura rectangular, con dos calles principales de este a oeste, varias perpendiculares y plazas en su interior. El tipo de vivienda es la conocida casa montañesa de piedra, mampostería y madera. Las fachadas se orientan al sur o al este, destacando algunos soportales con arcos de sillares y sobre todo la talla en madera con decoración en vigas, pilares, aleros...
Sobresale entre el caserío, la iglesia de Santa María (s. XVII), y en ella su retablo barroco del s. XVIII.
Para los aficionados al senderismo es un buen punto de partida para numerosas excursiones por Reserva Nacional del Saja: la subida hasta la ermita del Carmen, el puerto de Palombera, el agradable paseo hasta la antigua área de acampada de Barcena, el Llano Castrillo, etc.
Esperamos que esta visita les acerque aún más al corazón de la comarca del Saja-Nansa, y a una etnografía tan particular como interesante.
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