Tras veinte años en el olvido y ya en trance de desaparecer, hemos conseguido que la vieja pomarada familiar de La Molinuca recupere todo su vigor.
Ha sido un invierno de duro trabajo, especialmente en las lunas menguantes -en estas cosas, nosotros somos fieles seguidores de nuestros abuelos-. Jorge I al mando; Jorge II en la retaguardia; el compost que nos facilitaron Conchita y los hermanos Trespalacios y que transportó, sin miedo al peligro, Vicentín; Pedro ("Pedrín") que nos rescató con su tractor en un trace apurado; Monchi, aún convaleciente de la "quimio", que nos daba inestimables consejos; Jesús Ángel que limpió la finca y retiró los manzanos que ya habían sucumbido en la última década; pero sobre todo, hemos de reconocer el trabajo del maestro en este arte de los manzanos -podar, cavar, abonar, tratar, encalar, plantar e injertar-: Paquín.
Vosotros mismos podéis juzgar; este ha sido el resultado:
Ha sido un invierno de duro trabajo, especialmente en las lunas menguantes -en estas cosas, nosotros somos fieles seguidores de nuestros abuelos-. Jorge I al mando; Jorge II en la retaguardia; el compost que nos facilitaron Conchita y los hermanos Trespalacios y que transportó, sin miedo al peligro, Vicentín; Pedro ("Pedrín") que nos rescató con su tractor en un trace apurado; Monchi, aún convaleciente de la "quimio", que nos daba inestimables consejos; Jesús Ángel que limpió la finca y retiró los manzanos que ya habían sucumbido en la última década; pero sobre todo, hemos de reconocer el trabajo del maestro en este arte de los manzanos -podar, cavar, abonar, tratar, encalar, plantar e injertar-: Paquín.
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Hotel La Molinuca
info @lamolinuca.com - Tf. 985414030
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