Este elegante puente, construido sobre el río Sella, a su paso por Cangas de Onís, es conocido popularmente como “el Puente Romano”, pese a que, en realidad, se trata de una obra medieval cuya construcción se data en el s. XIII.
Se encuentra en buen estado de conservación, aunque su traza originaria ha sido desfigurada por diversas reformas. Su aspecto actual se debe a la restauración realizada por L. Menéndez Pidal tras la Guerra Civil.
El puente muestra una fábrica heterogénea que mezcla obra de mampostería, sillarejo y sillería; ésta última, fundamentalmente, en las roscas de los seis arcos visibles hoy en día. De éstos destacan los tres principales, con tendencia ojival desigualmente acusada. Su luz supera los 21 m., en el caso del arco central, y los 7,50 m. y 9,50 m. los situados a sus lados.
El perfil de la rampa es alomado, alargándose en la vertiente parraguesa sobre tres arcos secundarios de medio punto. En las enjutas de toda la arquería se abren arcos de aligeramiento de medio punto que apoyan sobre pilares de los que sobresalen tajamares de perfil bastante apuntado.
La calzada que discurre sobre el puente tiene unos 3 m. de anchura media y un pavimento de factura reciente, elaborado con cantos de río y losas que dibujan una tracería compuesta por sucesiones de cuadrados. A ambos lados se protege con sendos pretiles de mampostería.
En el centro del arco principal, se encuentra suspendida una réplica de la Cruz de la Victoria que enarboló Don Pelayo en la Batalla de Covadonga.
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